Escribo y dejo de vivir en supervivencia. Atesoro mi lengua, atesoro mi origen. No podemos saber a dónde vamos pero si de dónde venimos. Habiendo tanta admiración por mi origen, viajo hacia los misterios de otros mundos, los cuales siempre me traen a mí mismo.
Los rituales marcan días, marcan vidas, marcar la existencia. Hacen huella, traen presencia. No basta la intención, se requiere energía. Se requiere silencio, se requiere servicio universal. Ponernos en servicio, traer nuestros regalos, por medio del arte o de la compasión.
El arte es tan parecido a la compasión; compasión por nuestras almas. Almas abandonadas, encaminadas a la evolución, a través del intelecto; de la mente. Y escribo entre pausas, porque solo entre pausas, descargo estas lineas.
Otras consciencias vendrán, a extraerte de ti mismo, te harán ver tu semilla; y tus raíces. Mirar al cielo y sentir la lluvia, adentro. Y los ríos de sangre fluyendo, sangre de nuestros ancestros. Otras conciencias vendrán a traerte luz a traerte oxígeno, para expandir tus pulmones mientras el aire, verde destila tiempos. Mira tu pasado y aprenderás, mira a tu futuro y nada encontrarás. Caminamos descalzos.