Amaneciste doliéndome, sin segundas miradas ni enojos. Tan solo dolor. El dolor de no pasar la navidad juntos, aunque, venga, no creemos en la Navidad. Tal vez ahí esté el punto de resolución: no creemos en muchas cosas, pero creemos en nosotros. Tal vez te faltaba creerme un poco más. Tal vez fue eso. Soy increíble.