Desde mi adolescencia, había admirado a Bobby McFerrin por su habilidad única para entonar a la perfección el jazz y su extraordinaria capacidad de improvisación. Inspirado por su genialidad musical, decidí aventurarme en el mundo de la composición, grabación y producción de jingles. La oportunidad se presentó cuando el INSTITUTO DE SEGURIDAD JURIDICA PATRIMONIAL DE YUCATÁN (INSEJUPY) me confió la tarea de crear un jingle que representara su esencia.
Este desafío llegó durante mis primeros días viviendo a las afueras de la Ciudad de México, una nueva etapa en mi vida llena de promesas y sueños por cumplir. El encargo del jingle no solo representaba un proyecto musical, sino también una oportunidad para dar un gran salto en mi carrera. Fue un impulso que me dio el coraje necesario para mudarme de la hermosa Mérida a la bulliciosa Ciudad de México.
La composición de este jingle tuvo lugar en una pequeña habitación que mi amigo Josué generosamente me rentó en una majestuosa casa con un enorme jardín, en las afueras de la Ciudad de México. Pasé esos primeros meses en compañía de Mónica, mi novia en ese momento, quien compartía mi entusiasmo por la música y me brindaba un apoyo invaluable en este emocionante viaje.
La grabación del jingle se llevó a cabo en Artco Studios, un oasis de creatividad musical en pleno corazón de la Ciudad de México. Este estudio, diseñado por la prestigiosa empresa WSDG (Walters-Storyk Design Group), era un verdadero paraíso para cualquier músico y productor. Sus espacios fueron concebidos no solo para la funcionalidad, sino también para la inspiración.
El equipo de primera clase en Artco Studios elevó mi experiencia musical a niveles insospechados. Las consolas de mezcla, los micrófonos de alta gama y la acústica perfectamente calibrada crearon un entorno propicio para la creación de sonidos de calidad excepcional. Cada detalle, desde la iluminación ambiental hasta el diseño ergonómico de la sala de control, contribuyó a un ambiente creativo y confortable.
La creación del jingle INSEJUPY se convirtió en una travesía musical que reflejaba la unión de dos mundos: el encanto de Yucatán y la energía vibrante de la Ciudad de México. Cada nota, cada acorde, se tejieron con el espíritu de ambas ciudades. El resultado fue un jingle que no solo representaba la esencia del INSEJUPY, sino que también capturaba la diversidad y la vitalidad de México.
Hoy, este jingle sigue resonando en los corazones de quienes lo escuchan, y espero que también inspire a otros músicos y compositores a seguir sus pasiones y afrontar nuevos desafíos. Para aquellos que buscan un jingle en Mérida, Yucatán, o en la Ciudad de México, espero que esta historia les ayude a encontrar el sonido perfecto para sus proyectos. La música tiene el poder de unir lugares y personas, y este jingle es un testamento de ese poder.